ASESORAMIENTO A PADRES


Las emociones son la base para el desarrollo personal y la interacción con los demás. Son un motor que todos llevamos dentro. Las emociones son reacciones inconscientes que preparan a nuestro cuerpo para reaccionar frente a cualquier situación además de funcionar como señales. A través de ellas comunicamos tanto sensaciones de malestar como bienestar.

Sus hijos se comunican con ustedes a través de sus emociones que a menudo se traducen en conductas, maneras de expresarse.

A través de la expresión emocional se observan los intentos de cada persona por establecer, mantener, cambiar o finalizar una relación con el entorno. Las emociones sirven preferentemente para regular las relaciones entre personas y tener un buen manejo de las emociones nos hace más competentes para afrontar los obstáculos de nuestra vida cotidiana.

Las reacciones emocionales que tienen los padres les hacen avanzar en la comprensión de las normas y de la valoración que merece su comportamiento. Y esa valoración es la que generará poco a poco toda una gama de sentimientos: orgullo, vergüenza, envidia, culpa.

Gran parte de su conocimiento lo adquieren a partir de captar las situaciones e interacciones emocionales que evocan en sus protagonistas. El ámbito familiar es uno de los contextos en los que se puede fomentar el desarrollo de la competencia emocional

Los padres sois el primer vínculo efectivo que tienen sus hijos, sois el motor de su desarrollo y el modelo a seguir. Es donde se dan las primeras interacciones y se puede entrenar la Empatía. Fomentar un buen desarrollo emocional permite vivir y compartir emociones positivas.

Educar en las emociones es como un plan de pensiones, invierta en su futuro como padres y en el futuro de sus hijos. si les da una buena base tendrán más facilidad para afrontar todos los acontecimientos que vayan sucediendo a lo largo de la vida, es decir tendrán más herramientas y sabrán gestionarlo mejor, de una manera más sana y tranquila.

Adquirir unas buenas habilidades comunicativas es fundamental para mejorar nuestra calidad de vida, expresar nuestras emociones, pensamientos y solucionar los problemas.

La comunicación de los hijos es en parte el reflejo de quiénes son los padres, por eso los padres sois los responsables de definir el estilo comunicativo a la familia siendo el principal modelo a seguir para sus hijos.

Hay que ser coherentes con su manera de comunicarse y lo que exija a sus hijos. Si un padre llama continuamente y tiene una comunicación agresiva sólo podemos esperar dos reacciones de nuestros hijos: que se comuniquen de la misma forma y/o que se inhiban, es decir, que adopten una comunicación pasiva.

Cuando la persona no cuenta con habilidades para comunicarse, puede sentirse frustrada, aislada y con pocas posibilidades de recibir ayuda o de integrarse en un grupo.

Es importante, pues, entender la comunicación asertiva, como herramienta que permite el conocimiento entre las personas y mejora la relación entre padres e hijos.

A menudo, el momento de los deberes y/o todo lo referente a las tareas académicas acaba generando una dinámica negativa dentro del ámbito familiar.

Los deberes deben entenderse como un compromiso que su hijo debe adquirir, pero sin necesitar su apoyo y orientación constante. Es decir, no debemos sentarnos a su lado.

Hacer los deberes con ellos genera dependencia y si además nuestro hijo/a tiene dificultades, refuerza la idea de que no es capaz de hacerlos solo.

La relación padres-hijos y con ello la comunicación se ha escolarizado. Nos encontramos ante una generación de padres con más estudios que generaciones pasadas y por tanto, indirectamente, se ha creado la obligación de tener que participar de este momento. La escuela, los deberes, las notas termina siendo el principal núcleo de comunicación.

La relación con nuestros hijos va más allá de todo lo que tiene que ver con la escuela y los deberes. Está claro que sois los padres de sus hijos y en tanto debe acompañarlos, pero implicarse en hacer los deberes no puede significar hacer los deberes de sus hijos. Debe asumir el papel de entrenadores para organizar y asesorar con el objetivo de mejorar su rendimiento.

Por eso es necesario dotarse de las herramientas necesarias que le permita afrontar este momento con total tranquilidad y serenidad.

El duelo es un proceso emocional que se desencadena después de una pérdida. Éste no sólo aparece con la muerte de una persona amada sino que también puede aparecer ante un proceso de separación, un cambio de casa, un cambio de escuela etc.

Acompañar a los niños y adolescentes que han perdido a un ser querido puede resultar un proceso difícil de gestionar.

Las reacciones de los niños ante una pérdida efectiva son similares a los sentimientos y emociones que experimentamos los adultos, pero la forma en que lo manifiestan suele ser más variada, dilatada en el tiempo y más o menos intensa.

A lo largo de este proceso es importante aprender a identificar las reacciones emocionales y conductuales de los niños y adolescentes aunque no resulte evidente el sentimiento de pérdida.

Pedir ayudar y recibir asesoramiento en un proceso de duelo nos puede ayudar a entender a los niños y gestionar mejor la situación de sufrimiento.

Decidir separarse no es una situación fácil sobre todo si existen hijos. Ante estas situaciones son muchas las dudas que se generan sobre todo a la hora de transmitir la noticia a los hijos/as.

La forma en que puede reaccionar cada niño/a depende de la edad, la personalidad, la capacidad de adaptación y las circunstancias concretas del proceso de separación y divorcio.

Por eso, en todo el proceso, es muy importante tener en cuenta las necesidades emocionales de los niños, observarlos, detectar señales de alarma e intervenir para normalizar la situación.

Recibir un buen asesoramiento en estos momentos puede ayudarnos a comprender las reacciones y actitudes de nuestros hijos y afrontar el proceso de divorcio de una manera más sana y tranquila.

Los enfrentamientos entre hermanos son normales y naturales. Es necesario vivirlos como una etapa más de su crecimiento.

Normalmente las peleas entre hermanos se producen por tonterías, porque quieren algo de lo que sólo hay una, porque no se ponen de acuerdo con lo que quieren ver en la TV…
Es necesario poner orden y marcar pautas de conducta para los 2, 3, 4….

Aunque estas peleas pueden ser agotadoras, son normales y forman parte de una etapa pasajera y sobre todo son las herramientas de las que disponen los niños/as para expresar sus sentimientos.

Por tanto lo tenemos que ver como algo normal y natural e incluso necesario en el proceso de socialización de los niños/as.

Hay que dejar que ellos intenten resolver los conflictos para sí mismos, que negocien. Debemos verlo como otra forma de comunicarse, de ir aprendiendo a gestionar los problemas.

Pero que consideramos las peleas entre hermanos como algo normal y natural no significa que como padres debamos mostrarnos indiferentes ante esta situación. Por eso es importante conocer las estrategias y actuaciones más adecuadas para afrontar estas situaciones.

Normalment la majoria de les persones sentim certa resistència cap a les normes que ens imposen, és a dir aquelles que es decideixen sense tenir en compte la nostra opinió.

Quan participem activament en una decisió o en una norma ens sentim més motivats a complir-la. Així doncs, els adults hem de guiar aquest procés i tractar d’arribar a acords justos per a nosaltres i per als nens/es. I això NO ÉS EL MATEIX que deixar al nen/a imposar la seva voluntat, però les normes es poden discutir i consensuar.

No posar límits per no entrar en conflicte al final es paga car

Quan parlem de posar límits als fills, establir normes, podem dir que hi ha molts aspectes que sovint es barregen. És necessari posar-los? Hi pot haver una criança sense ells? Quines conseqüències hi ha darrera de tot això?

No hem d’oblidar, que quan naixem ho fem dins d’una societat que implícitament es regeix per determinades normatives, creences i valors i aquests es transmeten de moltes maneres.

El dia a dia de l’educació d’un fill es passen molts moments, alguns molt bons i d’altres que et treuen de “polleguera” però tots són necessaris per aprendre i créixer.

Els extrems no són bons. Conviure amb un ambient d’excessives normes i límits deixa poc marge per al desenvolupament de la seva autonomia i llibertat personal i al contrari créixer en un ambient on poden fer tot el que vulguin sense conseqüències dels seus actes, sense saber què està bé i què no també té afectes poc desitjables

Saber com transmetre les normes i els límits de manera clara i sense cridar requereix, també, d’un autocontrol per part de nosaltres mateixos, ja que a part de pares som persones, un bon assessorament en això ens pot ajudar a millorar la interacció amb els nostres fills i a transmetre d’una manera més tranquil·la i sana els límits.

La tarea de educar es un proceso que tiene como objetivo conducir al niño/a desde la total DEPENDENCIA a la AUTONOMÍA para que pueda desarrollar al máximo sus aptitudes.
No hay recetas mágicas para ser un buen padre o madre, así como para garantizar que su hijo/a sea feliz y tenga un comportamiento ajustado.

Podemos decir que existen ciertos “ingredientes” que combinados en la justa medida, pueden facilitar la tarea educativa y contribuir en una educación saludable: Afecto y comunicación, hacerles sentir amados y cuidados, normas y límites ajustados a su edad y autonomía, promover un comportamiento independiente y responsable.

CÓMO combinar estos aspectos, dependerá de muchos factores así como de la situación concreta del niño/a, su personalidad, grado de madurez, creencias y valores como padre y madre. No existen fórmulas que sirvan para todos los hijos iguales, ni para todas las situaciones. Por eso el estilo educativo de los padres debería ser “flexible”.

Todos los padres sois diferentes entre sí (ya que aparte de padres, sois personas) y difícilmente encontramos dos padres/madres exactamente iguales: algunos son más cariñosos, otros más estrictos, controladores etc… la combinación de estos elementos afecto, comunicación y control varía de unos padres a otros, por eso podemos hablar de DIFERENTES ESTILOS EDUCATIVOS.

Podemos hablar de un amplio abanico de estilos educativos:

Autoritario – permisivo – sobreprotector – intermitente – democrático
Hay que tener en cuenta que los estilos educativos o modos de comportarse con sus hijos-hijas, no quiere decir que “siempre” un padre o una madre se comporte de la misma manera con su hijo/a, sino que hablemos de “su tendencia habitual”.

Son varios los factores que determinan los patrones educativos que como padres sigue:

La propia personalidad
La historia personal
Las experiencias pasadas
La manera en que os educaron a vosotros
Las modas sociales

La mayor parte de los padres encuentran muy difícil aceptar a sus hijos incondicionalmente tanto como aceptarse a sí mismos. Por eso es fácil caer en la trampa de evaluar a nuestros hijos atacando a la globalidad de la persona en lugar de focalizarnos en la conducta, con lo que se tiende a juzgarlos como buenos o malos según se comporten.

El primer paso para aprender a aceptarse es comprender que tú no eres una entidad simple que puedas ser juzgada como buena o mala. Eres un conjunto complejo de comportamientos, rasgos y características, unos deseables y otros no tanto. No tiene sentido decir que como persona eres buena o mala o sin valor. Más bien eres una persona que hace ambas cosas: buenas y malas, ya las que no le gustan los comportamientos inútiles o innecesarios. También es ilógico rechazarse como persona mala o inútil, sólo porque te has comportado mal. Seguro que ha habido momentos en los que te has comportado bien, y habrá probablemente muchos en el futuro en el que te comportarás mal. Decir que uno es malo o inútil, implica que siempre será malo y esto es imposible.

Así pues, es importante que aprendamos a aceptarnos a nosotros mismos para poder ayudar a nuestros hijos a que se acepten.

Las siguientes sugerencias pueden ayudar a enseñar a tus hijos a aceptarse:

Trabaja para aceptarte tal y como eres. Dé un buen ejemplo.
Anula cualquier comportamiento negativo cuando tus hijos se equivoquen o se lleven mal; en vez de enfadarte por su mal comportamiento, ayúdale a cambiar ese comportamiento. Tu acción crítica puede ser más agradable si comienzas por alabar una buena acción que hayas notado en su comportamiento.
Comenta tanto o más los buenos comportamientos como los malos.
No les digas a tus hijos que son buenos cuando se llevan bien, pero sí muéstrales que te gusta la forma en que se están comportando.
No manipules a tus hijos con condenas, rechazos o empleando expresiones como “¡tú me matarás pronto!” “Me haces sentir desgraciado”, etc. Sólo le estarás enseñando a deprimirse ya utilizar la culpabilidad por manipular a otras personas.
Acepta la responsabilidad de crearte tus propios sentimientos, y muéstrale a tus hijos que son igualmente sensibles para crearse los suyos.
Ayuda a tus hijos a comprender lo complejos de los sentimientos: explícales que están compuestos de peculiaridades, características y comportamientos diversos.
Enseña a tus hijos a ser responsables de lo que hacen, pero que no se culpabilicen o culpen a los demás si las cosas van mal, dejando claro que tú tampoco les culparías.
Anímales a aceptar sus errores. Crecer comporta tomar riesgos y cometer errores. Si ellos se aceptan y aceptan sus errores, estarán asumen riesgos, que mejorará considerablemente su proceso de crecimiento.

Como padres tenemos nuestros propios temores y ansiedades por la forma de evaluar la realidad. Podemos escoger sentir menos miedo y trabajar para cambiar las creencias sobre el mundo.

Ante el pensamiento “estaría destrozado si no lograra ser un padre perfecto”, es importante recordar que no hay padres perfectos. Aunque no es deseable cometer errores, es una parte inevitable de ser padre y de ser humano.

En lugar de pensar “Mis hijos deben estar siempre seguros”, recuerda que todos los niños experimentan alguna vez peligros y situaciones desagradables y que son importantes para su crecimiento y desarrollo, así aprenden a afrontarlos y aceptarlos.

En lugar de pensar “Si algo es peligroso, me preocuparé constantemente”, recuerda que nadie puede prevenirse de algo preocuoantse. Haz lo que puedas para afrontar el peligro, y luego olvídate de él.

En vez de decir “Sería terrible perder el amor y la aprobación de mis hijos y de las demás personas”, acepta la realidad de que nadie consigue ser amado y aprobado en todo momento, y que no hay nada terrible en esto.

Más que creer “Tengo que preocuparte de mis hijos si quiero ser un buen padre”, piensa que serás mejor padre si te preocupas por ellos pero sin tener miedo.

Trabajando para combatir tus propios miedos creas un ambiente emocionalmente positivo para ti mismo, consigues potenciar al máximo tus expectativas de ser “el mejor padre” que puedas ser y estás aumentando también la certeza de que tus hijos puedan combatir con eficacia a los tuyos propios errores.

Sé tolerante contigo mismo y con tus hijos. Ser padre puede estar a cargo de frustraciones. La mayoría de las veces, los hijos nos interfieren en nuestros planes ¿significa esto que los padres deben sentirse enfadados, resentidos o deprimidos, ante estas constantes frustraciones? Aunque pueda escoger alterarse consigo mismo cuando se sienta frustrado, también tiene otras alternativas. La frustración es más un suceso que un sentimiento. Una frustración es cualquier obstáculo que se ubica entre tú y tu meta. Y por tanto, es como ves ese obstáculo lo que determinará tus sentimientos cuando estés bloqueado en la consecución de tus objetivos. Así pues, es posible, que como padres se sientan enrabietados más que desilusionados y enfadados cuando se confronta con la frustración.

Todos los seres humanos experimentan alguna frustración todos los días, es natural que los obstáculos interfieran nuestros planes y objetivos. Como hemos dicho antes, no es la presencia de la frustración lo que nos desquicia, sino nuestra actitud hacia ella. Las personas que tienen B.T.F (Baja Tolerancia a la Frustración), consideran cualquier impedimento u obstáculo en su camino, como espantoso y horrible, por eso a menudo se perturban. Estas personas están tan ocupadas intentando que las cosas sigan su camino, que se trastornan hasta el punto de ser incapaces de enfrentarse a la situación actual.

La B.T.F está relacionada con el catastrofismo y las exigencias. cuando uno está frustrado lo que más desea es que no haya esa frustración, y cuanto más se queje y lamente, menos conseguirá su objetivo, se volverá menos tolerante a las frustraciones y se sentirá más angustiado.

Algunos de los pensamientos irracionales, que como padres podemos tener y indican B.T.F. son los siguientes:

“Mis hijos deberían hacer lo que yo quiero” Los padres que sostienen esta creencia se están creando sus propias frustraciones, porque los niños no siempre hacen lo que los padres quieren.
“Mis hijos no deberían interferir en mis planes” Naturalmente habrá veces que tus hijos serán un inconveniente para ti. Si exiges que esto nunca sea así, estás creando el potencial necesario para frustrar frecuentemente.
“Mi pareja y yo, estamos de acuerdo en cómo gestionar a nuestros hijos” Sería preferible que estuvierais siempre de acuerdo, pero no siempre es así, lo que produce molestias e incomodidades.
“Es espantoso, horrible y terrible que mis hijos no me respeten, o no les guste” Los padres que creen en esto, a menudo están frustrados porque habrá veces que los niños no les respetarán y rechazarán.
“Sería espantoso si yo no fuera un padre perfecto” al no considerarse un padre perfecto catastrofiza y se inquieta emocionalmente.
“Es espantoso que mis hijos me aparten de eventos que quiero ir” ‘Quejarse es espantoso, ¡sólo hace que la situación sea peor!
Si estás de acuerdo con dos o más de estos pensamientos previos, seguramente identificas que toleras muy poco las frustraciones. Antes de sentirse ofendido o deprimido cambia la situación “aceptando” las demandas de tus hijos.

Así pues, nuestros hijos a menudo tienen grandes problemas para aprender a combatir las frustraciones, pues aunque existan diferencias temperamentales, ellos no han nacido con la habilidad para tolerar la incomodidad y por tanto es un aprendizaje. Como padres pueden ser bastante útiles a sus hijos ayudándoles a aprender aumentar su tolerancia ante las frustraciones y malestar, por eso y para poder ayudar a tolerar la frustración en nuestros hijos, primero debemos aprender a tolerar las nuestras propias frustraciones. Es importante observarnos para tomar a gestionarnos a nosotros mismos.

El papel de los padres no es fácil. Cada día hay situaciones y comportamientos que se presentan ante los que se sienten contrariados y enfadados. ¿Ha pensado alguna vez que ante una situación concreta puede decidir si se enfada o no??

La rabia es una reacción aprendida de la frustración que casi nunca sirve para ningún propósito y casi siempre tiene consecuencias no deseadas. Tú puedes escoger enfadarte menos contigo mismo y con tus hijos.

Puedes trabajar tu rabia

No “catastrofizante”
Siendo consciente de que aunque no te guste, puedes soportar cualquier cosa que haga tu hijo/a.
Sustituir la exigencia de que tu hijo se comporte como tú quieres, por el deseo y la preferencia de que lo haga.
Expresar la desaprobación de un rasgo especial y específico de tu hijo, al tiempo que lo aceptas totalmente sin condenarlo.
A medida que va practicando el hecho de pensar de una manera diferente verá que sus sentimientos y comportamientos van cambiando, de modo que la frecuencia, intensidad y duración de los sentimientos agradables aumentarán, y los desagradables disminuirán en ustedes y su hijo.

Así pues, puede ayudar a sus hijos a controlar sus disgustos.

Reaccione a la rabia de su hijo con calma. Si usted también se enfada le está dando el mensaje de que enfadarse está bien si no obtiene lo que quiere. En cambio, si se muestra calmados y tranquilos le está ofreciendo un buen ejemplo de cómo controlar su frustración, y aumente la posibilidad de que su hijo se calme más bien.
Elimine frustraciones innecesarias. Los niños se sienten sobrepasados ​​cuando tienen mucha frustración, así que si intenta mantener las frustraciones a un nivel bajo, su tendrá más éxito si comienza con una cantidad mínima de frustraciones. Cuando sepa controlar las pequeñas frustraciones aprenderá a controlar a las grandes.
Los niños tienden a frustrarse con las incomodidades, como fatiga, hambre, calor y frío. Acepte, pues, este hecho.
No castigue a su hijo por expresar la rabia. Demuéstrale con palabras y hechos que aunque no te guste su comportamiento continúe amándolo.
Ayuda a tus hijos a comprender que son responsables de crear su propia rabia y enseñe a cambiarlo por irritación o descontento.
Es aconsejable que los niños muy pequeños expresen su enfado. Cuando veas que es inútil cambiar la rabia de tu hijo a través de razonamientos, sugiere una actividad alternativa, tal como realizar un encargo o visitar a un amigo para conseguir que así se calme. Espera a que esté calmado antes de intentar ayudarle a que se controle mejor la próxima vez.
Intente no engañar a su hijo.
Puede gestionar sentimientos de celos ayudándoles a comprender que no pueden tener todo lo que quieren.
Recuerde que su atención positiva y de alabanza es una herramienta de fuerza que también se puede utilizar. Si en la rabia le muestra poca atención, y en cambio le preste atención a las respuestas tranquilas su hijo empezará a reaccionar con calma más a menudo.
Intente conservar el sentido del humor cuando esté tratando con un niño enojado, esto le ayudará a controlar la situación más fácilmente.

Els nens també s’enfaden i es creen problemes emocionals, també poden beneficiar-se aprenent habilitats per a resoldre aquests problemes. Mentre treballis resolent els teus problemes emocionals, pots ajudar els teus fills a resoldre també els seus. Els suggeriments següents poden ensenyar aquestes habilitats:

  1. Fes de model de sentiments apropiats i habilitats per als teus fills. Els nens aprenen molt dels teus comportaments observant i imitant les teves respostes.
  2. Expressa els teus sentiments, de manera que puguin identificar i etiquetar sentiments dels altres i els seus propis.
  3. No culpis als teus fills de com et sents. Per exemple, en comptes de dir “em fas enfadar” o “em fas por quan fas això”, digues “m’enfado” o “sento por quan fas això…”.
  4. Comparteix pensaments amb els teus fills, demostrant com es formen alguns sentiments. Per exemple, si està enfadat podria dir “m’estic enfadant jo mateix perquè m’estic dient a mi mateix que tu no hauries de fer això. Seria millor que em digués a mi mateix que desitjaria que tu no fessis això “.
  5. Ajuda als teus fills a aprendre com creen els seus sentiments preguntant com se senten quan expressen els seus sentiments.
  6. Accepta’ls sense tenir en compte els sentiments que expressen, així ells poden acceptar millor els seus sentiments.
  7. Fes-los veure que les exigències són causa de frustració.
  8. Ajuda’ls a aprendre a ser més conscients de la realitat emfatitzant que es tan catastrofitzant o minimitzant.
  9. Reforça’l quan mostri respostes emotives apropiades.
  10. Suminístrales idees racionals per a nens joves en comptes d’esperar que ells tinguin pensaments racionals per ells mateixos. Per exemple, pots ensenyar a un nen que té por a la foscor dient “No hi ha res en la foscor del que puguem tenir por. Res va a fer-te mal. L’única diferència entre llum i foscor és que no pots veure tan bé com amb llum. “
  11. Assenyala les conseqüències positives de pensar racionalment. Emfatitza que aprendre a pensar racionalment “crea múscul emocional”.
  12. Recorda’ls que els éssers humans s’equivoquen, i això és una llàstima però no és horrible, terrible o espantós si ho fan.
  13. Ignora als teus fills quan criden. Donar atenció als seus crits augmenta la possibilitat que cridin en el futur.
  14. Mostra’ls els pensaments irracionals en shows televisius, cançons populars i pel·lícules. Animeu-los a ser detectius racionals i al fet que busquin exemples de pensaments racionals i irracionals en el seu entorn.
  15. Llegeix contes o històries racionals als teus fills.
  16. No esperis que els teus fills es comportin racionalment sempre. Accepta’ls fins i tot quan no ho fan. No t’ha d’agradar el seu comportament per acceptar-los com a éssers humans.
  17. Ensenya’ls habilitats pràctiques per a resoldre problemes, de manera que aprenguin a resoldre els seus propis problemes pràctics i problemes emocionals.

Cada uno de nosotros alumbra su propia vida y crea su propia medida de felicidad. Los niños y adultos pueden aprender a iluminar sus vidas así:

Responsabilizándose de que nosotros somos los que creamos nuestros propios sentimientos.
Escogiendo crear sentimientos apropiados, en lugar de inapropiados
Teniendo muchas fuentes de satisfacción en un momento dado, por lo que si una no va bien, tenemos otras que escoger.
Cada uno tiene el poder de iluminar sus vidas, generando nuestra propia felicidad y satisfacción. Por tanto no debemos depender de los demás para tener sentimientos de satisfacción y bienestar. Aunque las interacciones con los demás pueden ser agradables, no son necesarias para la felicidad, ya que dentro de cada uno de nosotros existe la única corriente necesaria para iluminar nuestras vidas y mantener la luz encendida.

Las emociones cálidas y felices que seguramente has experimentado al imaginar gente que ilumina tu vida, no vinieron de esa gente, sino que tú creaste esos sentimientos positivos, al igual que creas pensamientos negativos cuando evalúas situaciones y personas de forma negativa. Por tanto, tú tienes el poder de iluminar tu propia vida y de enseñar a tus hijos a iluminar la suya siendo responsable de tus propios sentimientos y escogiendo ver las situaciones y la gente más racionalmente.

Así pues, antes de poder enseñar a tus hijos cómo crear su propia felicidad de modo que puedan iluminar sus propias vidas es mejor que aprendas a hacerlo tú mismo para aprender a pensar de forma más productiva y funcional.


La educación de los hijos provoca muchas inseguridades, angustia, culpa, vergüenza, depresión o rabia. La buena educación se transmite desde el núcleo familiar, el entorno más cercano del niño/a por ello es muy importante saber cómo lo podemos hacer.

Ser padre no es fácil, es un trabajo que te consume totalmente, implica muchas renuncias y a veces nuestras emociones nos sabotean e interfieren con nuestra capacidad de lidiar con la situación de forma calmada y/o funcional.

No existen soluciones ni recetas mágicas, pero sí tenemos que ser conscientes de que somos los adultos los responsables de educar y acompañar a nuestros hijos en la gestión de sus emociones y para ello es importante que aprendamos a gestionar nuestras propias emociones.

Así que, para resolver cualquier «situación problema» debemos centrar el foco en nosotros mismos y no en nuestros hijos, el cambio hay que centrarlo en nosotros.

Es importante aprender a cambiar la mirada, los padres necesitamos trabajarnos mucho la paciencia y las ideas irracionales.

Nuestro modelo de terapia, la TREC (Terapia Racional Emotivo Conductual) aplicada a padres pretende proporcionar herramientas que permitan manejar mejor las conductas disfuncionales de nuestros hijos, aprendiendo a gestionar nuestras emociones. No se pretende ensañar, solamente, destrezas para manejar la conducta de nuestros hijos, sino en aprender a cambiar nuestras propias actitudes en relación a la crianza. Es importante que como padres desarrollemos un punto de vista nuevo que nos permita ser más resolutivos.

El paciente es el niño, pero cambiar el foco de luz significa poner la mirada en nuestras propias emociones, es importante aprender a manejar nuestras propias emociones para lidiar mejor con las conductas de nuestros hijos.

Cuando los padres se separan, la organización familiar cambia y viene condicionada por la custodia establecida. Cada familia es un mundo y debemos intentar garantizar, en la medida de lo posible, el bienestar del niño/a.

Es un momento de muchos cambios y hará falta un período de tiempo para adaptarse y poder volver a funcionar con normalidad.

Es importante estar atentos a cómo los menores se van ajustando a los cambios y darles espacio para que puedan realizar una buena gestión emocional.

En muchas ocasiones tener un acompañamiento psicológico les permite expresar los miedos, dudas e inseguridades que les hace estar angustiados y nerviosos. Dar información que ellos puedan entender y sea adecuada les permitirá sentirse seguros y conocedores de los cambios.

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