EDUCACIÓN EMOCIONAL


Cuando hablamos de las emociones enseñamos a nuestros pacientes, niños, adolescentes y/o jóvenes que existen emociones sanas (emociones negativas que nos ayudan) y emociones insanas (emociones negativas que no nos ayudan). Entrenar el «músculo emocional» implica aprender a manejar esas emociones negativas que no nos ayudan y que se manifiestan a través de conductas poco funcionales que no nos permiten alcanzar nuestros objetivos y/o resolver los conflictos de manera satisfactoria.

Es necesario Enseñar que las emociones negativas forman parte de la vida y que son normales, por eso es importante entrenar y educar a nuestros hij@s para que estén preparados para encontrarse con emociones que no les gustan pero que pueden aprender a convivir con ellas gestionarlas y cambiarlas por emociones más saludables que les aporten consecuencias más constructivas.

Las emociones insanas son clínicamente significativas cuando son intensas, frecuentes y duraderas.

Des de la TREC se consideran emociones insanes la Ira, la depreseión, la ansiedad la verguenza y la culpa, siendo más saludables la molèstia o enfado, la tristesa, el miedo, , incomodidad y la pena y arrepentimiento:

La inquietud, el miedo (emoción sana) son emociones que todo el mundo experimenta ante determinadas experiencias de la vida. Aparecen para hacer frente a una situación que tu hijo percibe como una amenaza y le ayuda a afrontar las consecuencias negativas que puede producir. Es, por tanto, una reacción natural de alarma ante la percepción de un peligro potencial o de una pérdida de control sobre el entorno como por ejemplo hacer un examen, el momento de separarse de los padres, la oscuridad etc.

No obstante, cuando esta inquietud y/o miedo se vive de forma excesivamente intensa o frecuente es cuando se experimenta la ansiedad o el pánico (emoción insana) el niño/aa se bloquea, interfiere en la realización de las actividades de la vida diaria y disminuye su autonomía,
(constantes dolor de estómago cada vez que tiene que hacer un examen, dificultad para conciliar el sueño, dormir solo etc.)

Sentir tristeza (emoción sana) es algo bastante normal y que en sí no nos indica un trastorno mental concreto. Sencillamente, constituye una reacción psicológica que se produce cuando nos hiere algo o cuando nos enfrentamos a determinadas circunstancias difíciles que se nos hacen una montaña.

La tristeza constituye una emoción humana más, y ni es mala ni debe preocuparnos excesivamente que en algún momento nuestros hijos puedan sentirse tristes. Podrían estar tristes si se discuten con un amigo, si tienen que renunciar a algún plan, o incluso, se pueden sentir de esta manera sin que haya un motivo aparente, quizás debido a un cambio hormonal o de un estado de ánimo bajo de un día concreto (sobre todo en la adolescencia).

En cambio, cuando la intensidad de esta tristeza aumenta y se convierte en una sensación de malestar y desazón permanente es cuando nos sentimos deprimidos (emoción insana). En esos momentos este sentimiento de depresión puede paralizar a nuestros hijos mostrando comportamientos poco funcionales que interfieran en su día a día.

La rabia (emoción insana) es una reacción aprendida de la frustración que casi nunca sirve para ningún propósito y casi siempre tiene consecuencias no deseadas.

Todos los seres humanos experimentan alguna frustración cada día, es natural que los obstáculos interfieran nuestros planes y objetivos. No obstante, no es la presencia de la frustración lo que nos trastorna, sino nuestra actitud hacia ella.

Los niños y/o adolescentes que tienden a vivir cualquier impedimento u obstáculo en su camino como injusto, a menudo manifiestan rabia, están tan ocupados intentando que las cosas sigan su camino y que se haga justicia que se trastornan hasta el punto de ser incapaces de enfrentarse con la situación y resolver los conflictos de manera adecuada.

En este caso es importante aprender a ser más tolerante, cambiar la rabia por enfado o molestia lo que les permitirá ser más resolutivos y tener unas mejores habilidades para resolver los conflictos.

La vergüenza (emoción insana) es un sentimiento que puede aparecer por una humillación recibida, por timidez, inseguridad, miedo al ridículo, también puede aparecer cuando se transgreden las normas sociales o familiares.

Su expresión suele acompañarse de signos físicos y de actitudes, como pueden ser los sofocos, un enrojecimiento de mejillas o una actitud postural con la mirada dirigida hacia abajo.

La vergüenza tiende a bloquearnos huyendo de situaciones que tus hijos pueden vivir como realmente incómodas. Es importante reeducar esta emoción para fomentar estrategias de afrontamiento.

La culpa (emoción insana) puede aparecer en nuestros hijos cuando pierden confianza en sí mismos y tienden a auto devaluarse (soy malo, no se hacer nada…) es importante aprender a manejar esta emoción para reducir la intensidad y ayudarles a que mejore su auto aceptación.

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